Mucho se habla del día de la mujer sobre su condición postergada y la necesidad de lograr una sociedad que reconozca la igualdad respecto de sus contrapartes varones. La celebración del día internacional de la mujer, que tiene antecedentes por allá por 1911, se transforma en una serie de actos de saludo con las consabidas entrega de regalos y, naturalmente, flores. Esta celebración, que en realidad debe ser un homenaje a tantas mujeres que han brillado en el universo humano de manera destacada, debe también avanzar el cambio cultural que necesita nuestra sociedad, y con respecto a lo cual hemos ido marchando de manera excesivamente lenta. El plano de igualdad de derechos y de condiciones es un tema cultural que hay que asumir desde la base social misma, y especialmente a partir de la educación de las nuevas generaciones. Si seguimos educando en un plano de desigualdad, y sobre una relativa inferioridad de las mujeres, se hará muy lento el poder progresar a una sociedad más integrada y con plenos derechos para todos. Esto no se logra con más leyes ni cambios constitucionales, n sino con el cambio en mentalidad, con una nueva formación valórica basada en el respeto y la igualdad. El resto, son las flores, los homenajes y las propuestas políticas que enfrenta con cinismo una situación estructural que debería avergonzarnos.