ARGENTINA TRISTE
Luis A. Riveros
El Producto Bruto per cápita ha venido descendiendo en los últimos dos años, y éste se espera una caída aún mayor, igual que en 2015. La inflación se mantiene arriba de 30 por ciento este año y así se espera también para el próximo, con un persistente déficit fiscal y una deficitaria cuenta corriente de la balanza de pagos. Los salarios crecen por debajo de los precios, y hay un desempleo que causa un significativo problema social. La deuda externa mantiene al país en un notorio suspenso, al estar incluso amenazadas de embargo sus propiedades en el exterior. Aquí no ha bastado el peyorativo nombre de “fondos buitres” a los acreedores, ya que el problema derivado de los compromisos contraídos sigue vigente y se antepone como un crucial problema no resuelto. Por lo mismo, el tipo de cambo se mantiene en niveles de desequilibrio, con restricciones a las operaciones cambiarias mas propias de décadas atrás que del pujante mundo del comercio internacional de hoy.
No es claro como se abordará una “salida” a la crisis, especialmente en medio de un discurso populista que tiende a culpar a los acreedores de los problemas derivados de una gestión. No es claro con qué plan puede o podría la Argentina salir de esta actual situación, pero seguramente que conceptos como estabilización o ajuste estructural sonarán apropiado a los técnicos, mas una severa amenaza en lo social. Y mientras más se deje pasar el tiempo, más cruenta será la necesidad de un ajuste que por ahora no se ve venir, en medio de discursos inflamados, acusaciones cruzadas, protestas y síntomas de aguda tensión social y política. Como si fuera poco, el propio Vicepresidente de la República está acusado y procesado por negociación incompatible, así agregando un pesado antecedente a una ya desprestigiada clase política. Con todo eso, cualquier intento de un ajuste en el campo económico y social está lejos de las posibilidades.
Un gran país en franco deterioro. Eso se aprecia en las calles, la eficacia del servicio público y en el ánimo de la gente. Un pueblo que se ve entristecido, y al que sólo la ilusión del Mundial mantiene con vivo entusiasmo.