Un Criterio Fracasado 13-01-2014

13 Enero 2014

UN CRITERIO FRACASADO

Luis A. Rveros

Se incurrió en un enorme esfuerzo para nada. Las reglas del juego se cambiaron a última hora para seguir la intuitiva propuesta de académicos que por mucho tiempo insistieron en que el problema de la selección de estudiantes, y los sesgos que de ella se derivan, son un problema simplemente de fórmulas de cálculo de los promedios. No sería para nada, en esta visión, un resultado de una preparación inadecuada y completamente inequitativa que reciben los jóvenes en la enseñanza media. Sobre la base de su diagnóstico se introdujo el llamado “criterio del ranking” por medio del cual la posición de cada estudiante en la distribución de notas de su colegio pasa a tener un peso determinado en el cálculo del puntaje para la selección. Se esperaba con esto un cambio por medio del cual más estudiantes municipales y de colegios subvencionados de sectores populares tuviesen ingreso a la universidad a través del cálculo “mejorado” del puntaje. Hubo protestas frente al eventual perjuicio que esto causaría a alumnos de Colegios emblemáticos, como el Instituto Nacional que llevó adelante querellas judiciales ante esta decisión del Consejo de Rectores. Sin embargo, primó aquí la autonomía de las universidades para lograr imponer el “criterio del rankíng” como uno adicional para calcular los puntajes de ingreso para la selección universitaria. El resultado de todo esto es que no hubo ningún cambio de fondo en los resultados de las postulaciones. Es decir, el ranking no ejerció ningún efecto significativo que haya cambiado la tendencia que traía el sistema de selección desde hace años. O sea, un costo demás el desgaste comunicacional que emprendió el Consejo de Rectores en defensa del criterio que hizo suyo, y una demostración que los estudios que respaldaron la decisión no reflejaban la verdadera potencialidad del nuevo instrumento. Habrá que pensar ahora en cómo el país es capaz de arreglar el problema de fondo de todo esto, cual es la desigual calidad de la educación media, cuestión que se mantiene prácticamente intocada por las políticas públicas en el curso de las últimas tres décadas.

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