20 Enero 2014
UNA ESPERA DESIGUAL
Luis A. Riveros
Chile y Perú esperan el Fallo de la Haya para dentro de pocos días. La actitud que domina esta etapa en que se aguardan los resultados de un largo juicio controversial es distinta en ambos países. Chile espera confiado en que prevalecerán los Tratados ya firmados anteriormente y ratificados en variadas maneras acorde a las prácticas de las relaciones internacionales. Perú aguarda en la confianza de que ahora se superarán los acuerdos que desconocen en su validez y alcance. Uno espera en el marco de la justicia y otro espera en el marco de encontrar apoyo a su reclamo contra aquello que sus antepasados sí ratificaron. Por lo mismo, Chile espera sin aspavientos de ninguna naturaleza, con la humildad de quien sabe tiene la razón. El Perú ha hecho de esto una ocasión para una celebración que se apronta, casi como poniendo de por medio un atávico antichilenismo, despertando viejas rencillas y haciendo del Fallo casi una especie de reivindicación histórica. Quizás por lo mismo, el Fallo es visto como crucial en el Perú con relación a los eventos políticos internos, que han puesto bajo severo cuestionamiento al propio presidente Humala. En Chile nunca se ha usado una controversia de este tipo para provocar una mejor evaluación del gobierno de turno. O sea, son dos esperas distintas: una en la confianza de la ley y los Tratados, la otra en la perspectiva de una reivindicación, de un cierto “desquite” por algo que, contradictoriamente, había sido ratificado en el pasado.
Lo que sea que ocurra deberá traer consecuencias. Por cierto, si el Fallo llegase a desconocer la validez de los acuerdos anteriormente suscritos, entonces se podrá esperar una seguidilla de reclamos y de situaciones que aparecerán como pendientes, de esas que nunca faltan entre países vecinos. Y entonces será necesario iniciar todas las actividades posibles para provocar encuentro, paz, integración y poner el énfasis en lo que realmente importa: la pobreza de nuestros países. Esto no cambiará si el Fallo favorece la posición chilena, privilegiar la integración ha de ser siempre un factor estratégico de seguridad nacional.