10 de Marzo del 2014
NOMINACIONES Y LIDERAZGO
Luis A. Riveros
Se ha hecho una práctica común que las nominaciones para desempeñar tareas en el servicio público, se efectúen sobre dos bases que no necesariamente coinciden con la necesidad de efectividad y eficiencia en el desempeño esperado. Por una parte, se trata de nominaciones formuladas por los partidos políticos, las cuales obedecen estrictamente a prioridades emanadas de sus contingencias internas y la preeminencia de ciertos liderazgos. Una grave responsabilidad que recae sobre organizaciones destacadas por su desprestigio ante la ciudadanía, y que no necesariamente validan un respaldo para la entrega de esfuerzo competente en el desempeño público. Lo segundo, es que las nominaciones están sujetas a un feroz escrutinio público, en que se pone en cuestionamiento por parte de distintos grupos de interés, el ejercicio de la función pública por parte de ciertas personas debido a interpretaciones o entendidos. Por ejemplo, una subsecretaria nominada debió renunciar porque se dijo pensaba distinto que ciertas organizaciones estudiantiles, mientras que otra lo hizo porque se presupuso que debía responder por faltas de su padre, las cuáles ni siquiera estaban validadas judicialmente. Otro subsecretario quedó fuera de nominación por una falta que ni siquiera cometió, como lo reconoció la presunta víctima. O sea, las nominaciones están sujetas a escrutinio por parte de distintos grupos de interés y de los propios medios, los que parecen dictaminar sobre el futuro de un área de gobierno, aunque eso no tenga nada que ver con las necesidades de competencias adecuadas para desarrollar las funciones. Los partidos defienden débilmente las nominaciones cuestionadas, y son deficitarios en cuanto al apoyo que requieren los nominados en diversos cargos. En definitiva, lo que queda después de todo esto es que el liderazgo presidencial sea el que defina, por sobre intereses partidarios y de grupos de interés, el desempeño que deben cumplir algunos ciudadanos para llevar adelante la tarea pública. En esa firmeza y convicción descansa el sentido y misión del servicio público.